Hay una pregunta que me hago una y mil veces
¿Por qué me quedé en Roma?
o, formulada de una forma distinta,
¿Por qué no volví a Santa Fé?
No encuetro respuestas, es muy probable que en el fondo no las quiera encontrar.
Pienso que las razones deben ser muy importantes para mí para elegir una vida que, aunque satisfactoria, siempre le falta algo. Debe ser una fuerza interior muy grande la que hace que elija vivir lejos de mis raices, de mis padres, de mi hermana, de mis amigas, de mis tías de mis primas, de mi costanera, de mi río, de mi cielo inmenso azul.
Una vida señada por reencuentros y despedidas...las despedidas son terribles para mi. Pensar en la despedida opaca la alegría del reencuentro...obviamente trato de no pensar en ellas, pero aunque no piense están...ahí esperándome y aunque mi mente las oprime mi corazón sabe que están.
El otro día hablando con mi tía sobre qué hacia para el almuerzo del domingo me decía.."hoy me quedo en mi casa porque tengo ganas" porque sino me invito de tu madre, o de la Celes o voy a lo de Laura o Adriana, o Vero etc etc...y yo le decía ¡que lindo saber que están ahí y si queres en unos minutos podes verlas! eso me falta...
Si, ser inmigrante en tierras tan lejanas hay veces que duele bastante...Conversando del tema con una amiga le preguntaba como lo vivía y ella me decía "como todos..a veces bien..a veces mal"
Elegí una vida a la que siempre va a faltarle algo...¿será ese el mandato al que respondo?
Heredé el "gen" del emigrante...del que se va, del que encuentra la solución a situaciones de diversa índole alejándose...lo recibí por partida doble de padre y madre, una historia que se repite en diversas generaciones, me pregunto si cesará...
Mientras tanto estoy aquí, adaptándome a una cultura diversa...yendo y viniendo, con el alma en dos mundos muy lejanos fisicamente, añorando a veces y deseando que la cadena no continúe, no quiero lo mismo para mi descendencia...